viernes, 18 de enero de 2013

Es en el Corazón

"Es en el Corazón"
Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque éste determina el rumbo de tu vida.
NTV. (Pr 4.23).


Podemos ver hoy la influencia que el mundo moderno ejerce sobre la iglesia. Hay que reconocer que en este tiempo que estamos viviendo hay una crisis que tiene sus raíces en la afectividad, que afecta estructuras relacionales.

La competitividad se instaló como un virus para el cual no hay antibiótico, y mas bien es alimentado por el individualismo y el consumismo que descompone y compromete el sentido de ser iglesia. Hoy la persona vale más por lo que posee y puede ofrecer, que por aquello que es. A partir de ese momento en que el tener define el ser, establecemos una nueva base para el significado de “personas” comprometiendo lo relacional y espiritual; por el famoso “individualismo”. Necesitamos buscar aquello que nos integre a una relación afectiva, íntima y personal.

Dios nos ha hechos seres relacionales, pero muchos solamente se relacionan con su trabajo y con lo que gira en torno a él. Nos hacemos dependientes de la agitación de nuestros servicios y programas religiosos, que no reservan tiempo ni oportunidad para un encuentro con nuestra alma y nuestro corazón y como comunidad de fe no nos conocemos .

Se entiende que es necesario pasar tiempo a solas, para buscar revelación, ideas, una fresca unción entre otras; que en medio del bullicio no se pueden lograr y que a la misma vez es necesario para una construcción espiritual y el logro de metas trazadas. Pero lo cierto es que muy pocas veces hacemos una introspección de nosotros mismo. Es que la experiencia personal y afectiva con Dios es pobre por la falta de conocimiento bíblico y por la falta de amor real y aceptación que muchos de nosotros jamás tuvimos. Pero lamentablemente nos estamos engañando al limitar lo afectivo y sustituirlo por actividades que nos engañan, porque la realidad que muchos de nuestros dilemas tienen raíz de lo que está en nuestro corazón.

Si, porque lo cierto es que las experiencias negativas que cargamos desde nuestra infancia, las heridas relacionales construidas a lo largo de nuestra vida, las carencias emocionales y afectivas que todos tenemos, y que están en nuestro interior, determinan nuestras relaciones tanto con las personas como con Dios. Esto se puede ver en nuestras oraciones, cargadas de un sin número de faltas y de quejas de otros, como de reclamos hacia a Dios; porque no sabemos lo que significa amistad.

Pese a los muchos programas que se realizan en nuestras iglesias en que estamos juntos; el cultivo de amistades íntimas y profundas no es tan común como debiera ser y es ahí donde podemos ver la fragilidad de nuestra amistad con Dios. Por tal razón es necesario mirar la vida de Job, quien constituye un paradigma para nuestra experiencia espiritual y humana. Como también un modelo de encuentro con Dios que define, de cierta manera, la naturaleza de nuestro encuentro y relación con Dios.

Como también es necesario mirar la Trinidad desde una perspectiva de su contribución para la vida espiritual en nuestro diario vivir; pues nos muestra el carácter central para el cristianismo de los que es unidad.

Cuántas cosas están dormidas en nuestro corazón, porque no hemos tomado el tiempo erradicarlas por completo. Cuando nos relacionamos con Dios y estudiamos su Palabra, debemos abrir el corazón para que tales sentimientos y dilemas de nuestro pasado salgan del mismo. Es tiempo de dejar a un lado el individualismos y dejar de pensar que tanto nosotros como nuestras iglesia es o son la mejor. Es tiempo de mirar que al igual que la Trinidad trabajan en conjunto. Nosotros debemos de unirnos y entender que solo somos colaboradores y mayordomos para el establecimiento de un reino que no es nuestro sino de Dios y para ello debemos de trabajar en unidad y acuerdo.

Mientras el mundo moderno deciden que es lo mejor para una iglesia; con todo lo competitivo que pueda inventar, debemos nosotros de unirnos y demostrarle al mundo moderno que es la iglesia quien determina lo que el mundo necesidad porque las instrucciones y las herramientas para ese trabajo ya han sido dadas por aquel a quién representamos. El individualismo solo nos ha llevado a que ni los gobernantes, ni las instituciones y aun los agoreros del pueblo no nos tenga miedo; así como Herodes le tenía miedo a Juan el Bautista.

Cada uno de nosotros tenemos una función tanto individual como colectivamente en el entorno donde fuimos plantados. Muchos tienen el temor de lanzarse cuando han sido comisionado por Dios por temor al fracaso, poniendo demasiado interés en si mismo; por causa de la competitividad y la manera como se mide el éxito. Es necesario mirar lo que hay guardado en nuestro corazón y darnos cuentas cuáles son nuestras motivaciones.


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